The Beginning Of The End - RT

30/12/2017 “Tienes 105 llamadas perdidas de Dina”

Quizás fue el gran número de llamadas que captó mi asombro y mi preocupación. Aunque intentaba negarlo, conocía muy bien a esa chica. No llamaría por gusto, apenas si tocaría el celular a no ser que pasase algo realmente importante… y grave.

Esa vez no fue como las demás situaciones, ni siquiera me he preguntado qué debería hacer, cómo debería actuar. Dejé mis problemas de lado, eché atrás esa estúpida idea de aislamiento social y corrí hacia la puerta mientras marcaba su número. Mi meta solo era encontrarla y saber que esté bien, no importaba los detalles como salir en pantuflas y pijama. La angustia había tomado total control de mi mente y mi aliento se vio estropeado por la conmoción del momento. En tres segundos antes de agarrar el picaporte pasó por mi cabeza una serie de sucesos que podría haber sufrido Dina para que me llamase tantas veces. No había tiempo de lamentar, mucho menos de llorar. Aún así, mi mente increíblemente era capaz de carcomerme con la culpa en un momento.

Posterior a esos tres segundos, todo pasó demasiado rápido.

Abrí de un golpe la puerta y me impulsé hacia delante con todas mis fuerzas. Pero en vez de salir disparada hacia la vereda terminé rebotando con algo, haciéndome caer. Cuando quise levantarme rápidamente, furiosa por aquel hecho inédito, terminé dándome cuenta cual era el obstáculo y mi meta. Dina.

Algo adolorida por el impacto, dudosa de si hablarle o gritarle.  Lo cierto es que me estaba ahogando en una serie de emociones: felicidad, preocupación, culpa, rabia, furia, alegría… Sin darme cuenta ya tenía el rostro húmedo por lágrimas.  Caí presa de la desesperación, sin poder levantarme, sin poder hacer algo más que mirarla fijamente.
En cuanto a ella, tenía esa cara desorbitada. Apenas parecía entender algo. La veía agitada, algo frustrada y quizás asustada por mi reacción. Le había tomado unos segundos despertar de su asombro, pero enseguida fue a abrazarme con fuerza. Quedamos un tiempo así, no recuerdo cuánto exactamente, solo sé que mis pies comenzaban a enfriarse por el frío que entraba por la puerta.

No hubo palabras de por medio. Era algo incomodo y a su vez, reconfortante. Ambas sabíamos que queríamos decir, no había necesidad de hablar para entender lo que aquel gesto significó.

(…)

Una vez que pudimos calmar las emociones y solucionar el nudo formado en nuestro vinculo por el descuido de las dos, comenzó lo que llamaría “El principio del fin”.

 Mientras preparaba algo para tomar, Dina me comentaba sobre la desinstalación de Re-tribute, la desaparición de varias divinidades, como también de mediadores. Me daba escalofríos con solo pensar que han quedado desamparados… junto al resto del mundo, con un árbol que próximamente explotará o dejará de palpitar, extinguiendo así toda la humanidad o la espiritualidad… Sin posibilidad de revertilo…

-¡Peggy! Ten cuid-…. ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?- Enseguida agarró un repasador para pasármelo, mientras yo intentaba salir de mi impacto por toda la información adquirida y fijarme si me quemé con la leche caliente. Junté la jarra para calentar y me dispuse a limpiar el suelo aún sin salir del aturdimiento. Uno de los gatos, Ticio, pasó a lamer las gotitas del lácteo desparramado.

(…)

-¿Qué harás a partir de ahora, Dina? – No podía dejar de pensar en todas las posibilidades y en que todas solo podrían ser un tiro al aire debido a la gravedad de la situación.

-Eh? No lo sé realmente. Supongo que seguir intentado buscar los amuletos. De seguro todo esto es obra de esos imbéciles hindúes. Iré a golpearlos.-

- Espera ¡no! Ni siquiera sabes si fue por su culpa. Déjame hablarlo hoy con Matt, se nos ocurrirá algo.-

-¡¿Tú que sabes si fue o no su culpa?! Iré a comprobarlo.-

Suspiré enfilando una mirada seria hacia ella. Comprendía su punto de vista, pero lanzarse a una situación que probablemente la desfavorezca era algo absurdo. Entendía el apuro que tenía y el poco tiempo que nos quedaba pero no era razón para dejarse llevar sin tener un plan.

-Escúchame, por razones como estas ahora me da miedo que salgas de aquí. Por el momento nos enfocaremos en escribir cada cosa que dijiste, probablemente alguna que otra esté conectada entre sí. Esos duendecillos que mencionaste... Okeanos… El árbol… La desinstalación… Las deidades desaparecidas… el domo… Cuéntame detalladamente, así puedo ayudarte, por algo viniste hasta aquí después de todo ¿No? –Le ofrecí una sonrisa como también la oportunidad de tranquilizarla. Rezongó pero terminó accediendo y así, ya con las chocolatadas listas para tomar, empezó a explicarme desde el comienzo de la aplicación y todas sus vueltas. Era extraño, parecía ficción... y a su vez lo superaba. Pues la realidad era mucho más que una simple novela… incluso intimidaba saber que aún el final no estaba escrito…

Y que tuviésemos la oportunidad de escribir el desenlace de un mundo… de nuestro mundo.